Descansar está sobrevalorado. De fiesta en fiesta

Semana movidita ha sido ésta porque además de mi particular maratón de 11 días seguidos trabajando con cambios de turno mediante, pero bueno, no hemos venido a hablar de mi trabajo libro, o por lo menos no solo de ello, ya que la semana ha sido intensa también desde el punto de vista social, en primer lugar porque parece que éstos días todo el mundo venía a Madrid, así que maremagnum de visitas con todo lo que ello conlleva de compromisos sociales y eso teniendo en cuenta que la mayoría de los días no podía dormir más de 6 horas.

El triunfo del peón

Si ya en el anterior post algunos temíais por el hecho de que pudiera ser una entrada dedicada al deporte, en ésta os aviso directamente que si, que el tema va deportivo hoy, eso si, no va a ser de fútbol, odiado mayoritariamente en el mundo gay y que a mi me gusta, al igual que casi todos los deportes, vamos que soy de esos que es feliz cuando hay olimpiadas porque soy capaz de verme desde el atletismo, al tenis, pasando por el voleibol, la natación e incluso la vela, pero si hay un deporte que me gusta por encima de todos, ese es el basket, y no solo por mi reconocida adoración por los entrenadores de balonces (ay yo no se que tendrán).

Óscar Osazo Quintana, para comerselo

El combate del siglo

Leo por los interneses que medio mundo está decepcionadísimo por la esperada pelea entre Floyd Maywether y Manny Pacquiao, que si resultado injusto, amaños, falta de intensidad o pelea descafeinada y yo, para todos aquellos amantes de las emociones fuertes, le recomiendo algo mucho más intenso, espectacular y sangriento, los auténticos gladiadores de nuestros tiempos, una contienda en la que no hay piedad ni amigos: una de esas maricenas en las que desde el primer momento sabes que se va a acabar liando.