Seymour Hoffman y Gandolfini, In memoriam

Este fin de semana conocimos la sorprendente noticia de la muerte de Philip Seymour Hoffman, grandisimo actor, lo cual me lleva a recordar también la muerte hace no tanto tiempo de James Gandolfini, ¿que me lleva a unir ahora estas dos muertes en una sola entrada?, pues si, desde el punto de vista frívolo gay se van dos de los actores fetiches para los amantes de osos y gorditos.

Pero más allá de la coincidencia estética tienen otras dos características en común, su talento como actores y el hecho de que ambos se hayan ido demasiado pronto.





James Gandolfini saltó a la fama gracias al personaje de Tony Soprano, en la que probablemente sea la serie que comenzó con la edad dorada de la televisión en la que vivimos actualmente (en mi particular Top 3 de mejores series de la historia) y que comenzó a hacer reconocible el nombre de HBO en todo el mundo. Tenía por tanto Gandolfini mucho que agradecer al papel de mafioso de New Jersey de cara a su reconocimiento mundial. Pero no se le debe circunscribir solo a ese papel, intentando huir del temido encasillamiento iba realizando pequeños papeles en el mundo del cine, como ese simpático asesino gay de "The Mexican" o en producciones de mayor calidad como "Mátalos Suavemente" o "La noche más oscura". Falleció en el momento que parecía que su carrera en el celuloide comenzaba a despegar gracias a su papel protagonista en "Sobran las palabras".

Philip Seymour Hoffman es uno de los grandes actores de los últimos tiempos, un completo todoterreno que era capaz de saltar de papeles malvado histriónico en producciones de gran calibre como "Misión Imposible 3" a papeles dramáticos de pura contención como el enfermero de la maravillosa "Magnolia".
Su mayor reconocimiento llegó gracias al Oscar conseguido con la pelicula Capote, pero su carrera está llena de grandes interpretaciones en películas como "La duda", "Antes que el diablo sepa que has muerto" o la última ocasión en la que pude verle en la gran pantalla, la pequeñita y muy recomendable "El último concierto".

Pero en mi opinión fue en su colaboración con Paul Thomas Anderson dónde alcanzó su techo como actor en películas como la ya mencionada "Magnolia" (de verdad tenéis que verla, una de las mejores películas de las últimas décadas), Boogie Nights o The Master.

Dos muertes muy distintas pero con un punto en común, ambos se fueron demasiado pronto (51 y 46 años) cuando estaban en el mejor momento de su carrera. James Gandolfini murió de un ataque al corazón cuando gozaba del reconocimiento internacional gracias a su papel en "Los Soprano" y se le comenzaban a abrir las puertas del mundo del cine. Muy diferente fue la muerte de Philip Seymour Hoffman, murió como consecuencia de una sobredosis de heroína en su apartamento cuando estaba en la cumbre del mundo del cine.

Muchos pensamientos nos pueden asaltar a raíz de ambos hechos, por un lado la injusticia y la pena de la muerte de Gandolfini cuando aún tenía toda la vida por delante, por otro lado, la extrañeza y la absurdez del fallecimiento de Hoffman, un hombre que parecía que lo tenía todo y que cayó en el mundo de las adicciones y murió a causa de la heroína, una droga que parece que vuelve a la actualidad (muy interesante el artículo de El País sobre el tema).

En resumen, una ocasión para volver a reflexionar sobre la necesidad de disfrutar la vida ya que nunca sabemos lo que tenemos a la vuelta de la esquina. Y una buena oportunidad para volver a disfrutar de las joyas que ambos nos dejaron durante su carrera.