Solidaridad

Si, ya se que ando algo desaparecido últimamente, pero es que el trabajo no da tregua en las últimas semanas con algunos días de dormir apenas tres o cuatro horas antes de volver a trabajar, en fin, por suerte en breve debería llegar un periodo más tranquilo, pero bueno, ya veremos que luego nunca se sabe. A lo que voy, que he tenido algo olvidado ésto lo reconozco, pero es que físicamente no daba para más, mis disculpas de antemano.

Y podéis pensar que las pocas horas de sueño pueden influir en mi carácter de por sí gruñón que no voy a decir que no, pero en éste caso os aseguro que no, ya que lo que voy a decir es algo que llevo pensando desde hace mucho tiempo. Aviso que va post quejica, reprochón y alejado del tono más relajado habitual.

Y es que a pesar de que se está convirtiendo algo habitual uno no para de asombrarse la diferencia entre la importancia que tienen las vidas dependiendo de la zona del mundo en la que vivas. Tres personas mueren en un horroroso atentado en Bostón y todos nos echamos las manos a la cabeza como debe ser, pero resulta que cada día mueren centenas cuando no miles de personas en África y parece que no pasa nada, al margen de ser la noticia del día. En Kenia Boko Haram secuestra a 200 niñas durante más de un año y en Occidente la vida continua. ¿Os imagináis que en Inglaterra (por decir un país cualquiera) un grupo terrorista secuestrara a 20 niñas (un diez por ciento)?. La movilización internacional sería enorme.

El mundo se moviliza tras los atentados contra Charlie Hebdo, atroz acto contra la libertad de expresión, los líderes mundiales se unen para denunciar esos hechos tan reprobables en los que mueren 11 personas a las que se suman otras cinco en distintos tiroteos relacionados con éste acto, el mundo entero está de luto ante semejante barbaridad y grita pidiendo luchar contra el terrorismo yihadista.

Pocas semanas después y de nuevo en Kenia un ataque terrorista en la Universidad de Garissa acaba con la vida de más de 150 personas y por el cual hay aún más de 500 personas desaparecidas. Comparar el protagonismo mediático y la repercusión internacional de ambas noticias produce cuanto menos sonrojo.

Las cifras de inmigrantes que mueren intentando llegar a Europa ya son practicamente incontables y apenas reparamos en ellas cuando se producen grandes masacres como lo ocurrido en Lampedusa estos días, si no lo hemos llegado a considerar como algo normal.

En fin, que uno a veces no puede dejar de preguntarse ya no solo en que clase de mundo vivimos en el que pueden suceder éstas cosas, si no también en que clase de personas somos y que sociedad tenemos cuando asistimos a momentos de auténtica degradación humana como cuando una serie de becerros se dedico a quejarse por Twitter del hecho de que la información sobre un accidente de avión en el que habían muerto decenas de personas estuviera retrasando la retransmisión de la bazofia telecinquera con la que llenan sus vacías vidas.

Ya no solo es que existan unos cuantos tontos como los que se ven ahí arriba, es que en general todos giramos la cabeza constantemente solo preocupándonos de lo que pasa a nuestro lado pero olvidando lo que ocurre un poco más lejos. Y quizás pensamos que ésto es algo que está por encima de nuestras posibilidades, y no digo que no, pero quizás reconocer el problema, reflexionar sobre ello y saber que existe mundo más allá de los dos palmos que hay delante de nuestras narices sería un primer paso para intentar buscar algún tipo de solución.